EL PUENTE DE CAL Y CANTO
El puente de Cal y Canto, fue una maravillosa obra colonial con que
contó Santiago por poco más de un siglo. Estamos hablando del año 1767.
Estuvo ubicado frente a la calle Puente (en la piscina escolar hay un
monolito que señala el sitio exacto de su ubicación) y su obra se debió
al laborioso Corregidor de Santiago, Don Luis Manuel de Zañartu, en la
dirección de la obra que proyectara en ingeniero José Antonio Birt,
utilizándose en los trabajos a reos y condenados a presidio, a los que
hay que decirlo, maltrataba con increíble saña, debiendo enfrentar en
reiteradas ocasiones las críticas del Procurador de los Pobres de la
Real Audiencia por su trato con los caídos en desgracia. Los continuos
gemidos de este terrible padecer de los infelices que trabajaban a pleno
sol y con una vergonzosa desnudez, hizo alzar la voz de de autoridades
eclesiáticas. Sin embargo los planes del Corregidor no se apartaron ni
un ápice de lo presupuestado. Trece años demoró su construcción, y la
proverbial tontería nacional lo hizo demoler bajo la administración del
presidente Balmaceda. El puente medía 202 metros de largo, de los cuales
120 metros correspondían al ancho del rio. El resto eran ramplas
necesarias para alcanzar la altura de la calzada. Se elevaba a más de 12
metros de altura sobre el rio y tenía en total 11 arcos de 9,2 metros
de altura cada uno. Su estructura está hecha de Cal de Polpaico, rocas
del cerro Blanco y más de doscientos mil huevos para pegar estos
elementos. De los 11 arcos, tres nunca fueron tocados por las aguas y se
convirtieron en letrinas públicas. La calle del Ojo Seco (hoy Juan
Mackenna) se llamaba así porque era un ojo seco (arco) del puente que
colindaba con dicha arteria.. El Puente de Cal y Canto fue un icono de
Santiago y dió un gran auge al comercio. A partir de 1830, se ubicaban
en cada pilar del lado poniente del puente unas garitas semicirculares
que se convirtieron en tiendas que vendían frutas, baratijas, dulces y
confecciones. Hubo Boticas ( al menos 5 de ellas) Panaderías, Bodegas
de Vino, sombrererías, y hasta la imprenta del periódico La Estrella de
Chile se instaló allí. Por la época del puente de Cal y Canto existía
la leyenda de que el corregidor rondaba por las noches la ciudad, para
corregir con mano de hierro los desmanes de rateros criminales que se
negaban a trabajar. Don Luis Manuel de Zañartu se negó a recibir
remuneración por su trabajo. Lo hacía por genuino servicio público.
También fue el creador del convento del Carmen Bajo, en La Chimba,
claustro donde internó para la contemplación a sus dos hijas. La
demolición del Puente de Cal y Canto se produjo el 10 de agosto de 1888.
Joaquín Edwards Bello, el gran cronista y retratista insuperable de
nuestra idiosincrasia, ponía la demolición del Puente de Cal y Canto,
entre las grandes catástrofes de nuestra historia. No dudaba en señalar
que, con toda la técnica disponible, no sería posible de reconstruir una
obra de tamaña belleza y dignidad.
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