lunes, 14 de agosto de 2017

A PIE POR SANTIAGO (CRONICAS DE LA CIUDAD)

SALO, UNA HISTORIA ENTRETENIDA
“Señoras y señores en nombre del pueblo y del Gobierno de Chile declaro inaugurado el Campeonato Mundial de Fútbol 1962”. Con esta frase de término de su discurso el Presidente de la República, Don Jorge Alessandri Rodríguez ante un Estadio Nacional repleto, daba el vamos a la fiesta deportiva más importante de la década del sesenta en Chile. Estamos en junio de 1962. Se desataba la algarabía y la fiebre por el fútbol era total. Aunque Chile era un país de apenas 7.500.000 de habitantes y escasa infraestructura deportiva había logrado gracias a la intervención de destacados dirigentes deportivos como Carlos Dittborn, Juan Pinto Durán, Ernesto Alvear y otros que logran traer a Chile lo que muchos países anhelaban: realizar el Campeonato Mundial de Fútbol.Las vitrinas de las tiendas mostraban ingeniosas figuras de futbolistas que se movían rítmicamente y cautivaban al transeúnte que no podía evitar contagiarse de esta sana alegría. Proliferaban la muestras de implementos deportivos: zapatos, rodilleras, medias, canilleras, insignias fotografías y cuanta cosa podía imaginarse relacionada a este popular deporte. Los kioscos exhibían sus fachadas repletas de menudos banderines que representaban a todas las naciones que participaban en el magno evento. La fotografía con una plástica sonrisa de algún astro local iluminaba el punto de venta en la portada de la Revista Estadio. Los Ramblers y su “Rock del mundial” batían todos los records de ventas de los nostálgicos discos vinilos de 45” y sonaban todo el día en la radio. Junto al evento nacía la televisión y muchos aparatos fueron puestos en exhibidores piramidales para que la gente pudiese ver a sus astros favoritos en acción. Todo era celebración. Quizás para olvidar en parte la tragedia que se había vivido un par de años atrás en el sur de Chile, más precisamente en la ciudad de Valdivia, que había sido asolada por el terremoto más grande que registra la historia de la humanidad hasta estos días y que había puesto en duda la realización del evento. Los caballeros asistían en gran cantidad de riguroso terno gris, abrigo y sombrero a las citas deportivas en el Estadio Nacional y en todas las sedes a lo largo y ancho del territorio. Las radios a pilas gozaban de gran popularidad y era usual ver en el estadio a fanáticos que además de estar viendo el partido gustaban de escucharlo por radio al mismo tiempo. Los niños gozaban con los paquetes de maníes o las bebidas de fantasía que sus padres le compraban, con las melcochas o el “Rico veneno” voceado con vigor por el vendedor con atuendo wanderino que se trasladaba con habilidad por entre las galerías entabladas. Más allá otro comerciante mostraba el “Balón Oficial” que rifaría minutos más tarde y para lo cual era urgente rematar los últimos números. El “café – café” circulaba con su suave y aromática alerta vaporosa entre las manos de los entumidos espectadores . Los niños atesoraban entre sus mano el más novedoso producto que nos entregaba este magnífico evento: El álbum de figuritas Caramelos Campeonato. El primero en publicarse en Chile y que permitiría a los niños seguir de cerca de todos los jugadores de su selección y también a los extranjeros. Ser dueño del álbum y pegar sus láminas era un ejercicio mágico y el privilegio de tenerlo una de las experiencias más bellas de la infancia sesentera. La genial publicación ideada por don Salomón Melnick Mirochnick tuvo un éxito inimaginable y grabó a fuego en el corazón de los niños de Chile el hermoso hábito de la coleccionabilidad. Cada página tenía como contenido la ubicación geográfica de cada país participante, su superficie, su población, la info de su capital, sus ciudades principales y su cantidad de habitantes, su unidad monetaria, sus principales productos de exportación, su idioma y un curioso glosario donde podía leerse como se decía en los distintos idiomas nativos de cada país, la palabra hola, amigo, adiós, gracias…El álbum constaba con 268 láminas y venían como parte del envoltorio de los caramelos que Don Salomón vendía en su confitería de calle San Diego.Asesorado en la parte publicitaria por el mítico Germán Becker Ureta, creador de los clásicos universitarios, fundador del grupo teatral ICTUS, Director radial y Premio Caupolicán como mejor Director Teatral 1949, y en la Gerencia Comercial a cargo de Manuel Arriagada Pinto figura internacional del fútbol de Chile y bajo la responsabilidad comercial de “Don Salo” el álbum logró alcanzar sólidas metas de ventas . Todas las instalaciones de la empresa estaban ubicadas en la calle San Diego 1859 – teléfono: 55466. Los premios para quienes tuvieran su álbumes completos, controlados y numerados contemplaban : automóviles, televisores, motonetas, viajes al extranjero, bicicletas y mil premios más. Todos los lunes, miércoles y viernes a las 7 de la tarde por los micrófonos de CB 106 Radio Sociedad Nacional de Minería Sergio Livingstone Polhammer respondía todas las dudas de los coleccionistas y hasta podían asistir personalmente al auditórium durante la audición del inolvidable “Sapito” y participar en los concursos que allí se realizaban exigiéndose como única entrada la presentación del álbum aunque no estuviese completo.Esta experiencia empresarial en el ámbito de la entretención revela una visión a escala humana, donde todos podían ser actores de manera transversal en esta incursión comercial.El vendedor solía llegar a los colegios y regalar el álbum más2 sobres a todos los niños sin ninguna discriminación lo que hacía democrática y solidaria la diversión en la que nadie quedaba fuera. Esto era un elemento sociabilizador importante ya que cualquier niño, aunque no tuviera los recursos para seguir llenando el álbum de todas maneras su ilusión estaba expresada en 10 láminas pegadas que de igual forma llenaba de magia y alegría su alma infantil.