jueves, 20 de junio de 2013

LA ESTACION CENTRAL




A PIE POR SANTIAGO (CRÓNICAS DE LA CIUDAD)

Aunque resulte increíble, muchas autoridades se opusieron a la construcción de la Estación Central. Un connotado senador y canónigo, Don Juan Francisco Meneses, decía que el ferrocarril iba a producir la quiebra en los intereses de la mayor parte de los habitantes del Estado. Francisco Antonio Pinto y Andrés Bello defendieron el proyecto. Lo trataron de "miserable aventurero". Nada menos que al autor del Código Civil. El Presidente del Senado chileno, José Miguel Irarrázabal advertía que el ferrocarril arruinaría a las empresas de birlochos, tropas y carretas.
Finalmente y tras muchos dimes y diretes, el 14 de Septiembre de 1857, el gobierno de Manuel Montt inaugura el ferrocarril entre Santiago y San Bernardo. En 1887 el primer director de ferrocarriles Don Eulogio Altamirano, presentó un proyecto de ampliación de la Estación. La monumental estructura metálica fue hecha en Francia. Su peso era de mil toneladas y fue fabricada en las usinas de Creusot, la misma que construyó la estructura del viaducto del Malleco, y los puentes del Mapocho. Su diseño pertenece a Gustavo Eiffel. Su imponente estructura asombra a los transeúntes de la época, pero los aclimata al nuevo gusto europeo. Su instalación en el sector llamado Chuchunco, no era un barrio ideal para este propósito. Por sus rincones merodeaban sujetos de de mala cara y mujeres de dudosa reputación. Todos protagonistas de asonadas nocturnas, asaltos, jolgorio y mala vida que hacían difícil el normal tránsito de pasajeros y turistas.
Hoy La Estación Central se ha ganado un legítimo lugar en el alma santiaguina, y no hay quien no haya viajado desde sus instalaciones al litoral central, o al sur de Chile. En sus alrededores coexiste una vida bullanguera, chinganera, cuequera brava, llena de historias, animitas celébres, mercados informales y picás gastronómicas centenarias. Un vigoroso comercio con Terminales de Buses, Universidades, Clínicas, vendedores ambulantes van delineando la chilenidad de este Chuchunco popular. No caben en estas líneas todo lo que significa nuestra Estación Central, pero sin duda representa un lugar de encuentro y de nítida identidad chilena.

SANTIAGO Y SUS CALLES


A PIE POR SANTIAGO (CRÓNICAS DE LA CIUDAD)

¿Cuanto sabrán las calles de Santiago de su historia en más de cuatro siglos de existencia?. Las calles tienen alma. Sienten como nosotros. Todas se identifican con la tradición y la estructura de la ciudad...Han cambiado, pero son las mismas que crecieron entre el cerro Santa Lucía y las turbias aguas del Mapocho. Ha medida que ha pasado el tiempo se ha ido enriqueciéndo el alma que en ellas infundieron los conquistadores. Santiago y sus calles no son otra cosa que el resultado de generaciones que aportaron, cada uno en sus distintas etapas y sin proponérselo - adobe y totora, ladrillo y tejas, cemento y fierro - una identidad que las caracteriza y distingue de otros pueblos de Chile.
Las primeras calles que el alarife Pedro de Gamboa trazó a lienza, debieron protegerse con cercas de afilados espinos, y otros arbustos, amén de rústicas empalizadas, ya que eran muy pocas las que tenían viviendas. Las manzanas constaban de 138 varas de largo separadas por calles rectas de 12 varas de ancho. Las calles más antiguas de Santiago son (sin contar la Alameda de las Delicias) La de las Agustinas (antes de Pedro Martin) La calle del Alguacil Mayor, después Del Rey ( hoy Estado). Santo Domingo (antes de Santiago de Azoca). La de Ahumada (antes Lázaro de Aránguiz) Nombres y apellidos de los conquistadores que poseyeron viviendas en ellas, como lo afirman los amarillentos protocolos que yacen en el Archivo Nacional. Otras nombres se debieron a congregaciones religiosas que se establecieron en ellas. Por ejemplo la de la Compañía, o la de Las Claras (hoy Mac-Iver).
La de San Antonio sin embargo tiene una historia distinta. La tradición oral dice que en el Siglo XVII todas las quinceañeras acudían todos los miércoles en procesión por El Callejón del Licenciado Pastene o Callejón del Socorro, a pedirle al santo un marido cariñoso y pudiente. La imagen de San Antonio estaba en una de las naves de la Iglesia de San Francisco y podia verse a la distancia, ya que el portón lateral de la, iglesia se abría esos días. La rogativa al taumaturgo hizo que el nombre derivara al de Calle de San Antonio.
Pero el pueblo y nadie más que él podía bautizar a sus calles con nombres llenos de gracia, tales como la calle del Galán de la burra (Erasmo Escala) Del Ojo Seco (Juan Mackenna) del Peumo (Amunategui) de la Botica (Morandé) La calle de la Pelota (San isidro) y muchos otros que nos hablan de un Santiago pretérito y romántico, donde cada día va delineándo una nueva fisonomía, una nueva impronta...Santiago amado y bello cuanta falta hace redescubrir tu pasada identidad , tu nobleza, tu estirpe, tu picardía...

viernes, 14 de junio de 2013

EL CEMENTERIO GENERAL


A PIE POR SANTIAGO (CRÓNICAS DE LA CIUDAD)

Tras los pesados portones de la entrada se abre a la vista esta ciudad silente enclavada en la Comuna de Recoleta. Es el Cementerio General de Santiago, llamado por el vulgo "El Patio de los Callados". Fue inaugurado por Bernardo O'Higgins el 9 de diciembre de 1821. Cuenta de 86 hectáreas y donde se encuentran cerca de dos millones de personas sepultadas. Originalmente no podían ser sepultados allí los protestantes, llamados "disidentes"en esa época. Sólo en 1854 se crea el Patio de Disidentes Nº 1. Hasta que en 1871 se establece la sepultación sin distinción de credos. En la antiguedad los fallecidos con recursos económicos eran enterrados en las iglesias, junto a obispos y dignatarios. Los más pobres eran enterrados al lado de afuera en lugares llamados Campos Santos. Hubo uno en San Francisco por el lado de Alameda y otro al extremo sur de calle Santa Rosa. Son miles las historias que se tejen en este campo santo y sus inmediaciones, incluídos los "Quitapenas" que existen en todas las regiones de Chile.
Una de las más célebres anécdotas es la narrada por Pablo Neruda en su libro "Confieso que he vivído", respecto al poeta Alberto Valdivia conocido entre sus amigos y pares como "Cadáver Valdivia", por la extrema delgadez de su figura. Todas las noches anteriores al 1º de noviembre, se le agazagaba con una cena, dentro de las exiguas posibilidades económicas de estos poetas, siempre con hambre. A las doce de la noche en punto, partía una romería hasta el Cementerio General, donde el Cadáver Valdivia era dejado en la plena puerta de la necrópolis, provisto de algo de vino unos sandwichs y algunos pesos para que se movilizara posteriormente. Él aceptaba silente y gustoso esta tradición y a los dos o tres días aparecía como siempre en cenáculos y bares sin mencionar palabra y esperándo que la tradición se repita el proximo 1º de noviembre. Alberto Valdivia murió en 1938 esta vez cruzó el ancho umbral de la puerta donde reza en su arco: "Ancha es la puerta...pasajero avanza".




EL CERRO SANTA LUCIA

A PIE POR SANTIAGO (CRÓNICAS DE LA CIUDAD)

Los indígenas lo llamaban Huelén, que en mapudugún significa: "dolor, melancolía, o tristeza" aunque su nombre actual se debe al día en que Pedro de Valdivia se apoderó del cerro (el 13 de diciembre de de 1540) día que recuerda a Santa Lucía. No obstante la directa ligazón entre Benjamín Vicuña Mackenna y el cerro, se hace dinámica a partir de su nombramiento como Intendente de Santiago (20 de abril de 1872). Con sesenta reos sacados del presidio e instalados en el Castillo Higaldo, comenzaron los trabajos de remodelación del cerro. Ese refugio de maleantes, de covachas inmundas y lugar de la "Hez del pueblo" se convirtió en un hervidero de laboriosos trabajadores que a pesar de los reclamos de los vecinos, por la lluvias de piedras salpicadas de las faenas, hicieron del cerro un lugar habitable para la gente. Rápidamente se trajeron naranjos del Maipo, Palmas de Ocoa y Cocalán y diez mil carretilladas de tierra vegetal de la chacra Cifuentes, en Tajamares. La inauguración del Paseo de Santa Lucía ocurrió el martes 17 de Septiembre de 1872.
Entre 1820 y 1872 hubo en el cerro un cementerio. No todos los condenados a muerte, así como los disidentes y los suicidas podían ser enterrados "en sagrado", por lo que eran enterrados en las laderas rocosas del oriente del cerro: Podía leerse en una inscripción: "A los expatriados del cielo y la tierra, sepultados durante medio siglo". El gran hacedor Don Benjamín Vicuña Mackenna falleció el 25 de Enero de 1886 y fue sepultado en la Ermita del Cerro, que construyera Andrés Staimbuck, el cantero dámata que trabajara con el por años. Son algunas semblanzas de este maravilloso jardín en medio de la ciudad.
Hoy el Cerro Santa Lucía es un verdadero orgullo de Santiago, bastión de enamorados, liceanos cimarreros, pulmón vegetal de este agobiado Santiago. Un hermoso lugar para vistar en familia y lograr que se transmitan de generación en generación el disfrute de esta naturaleza y ojalá se conozca su extensa e impresionante historia.

LA QUINTA NORMAL

A PIE POR SANTIAGO (CRÓNICAS DE LA CIUDAD)

En 1838, durante el gobierno del apático y lúgubre José Joaquín Prieto se fundó la Sociedad Nacional de Agricultura. Con el fin de brindarle facilidades para su funcionamiento, el presidente en su mensaje de 1841, habla de cederle un pequeño fundo en las cercanías de la ciudad para el estudio de una ciencia que está en directa relación con la riqueza nacional. En ese año el Estado de Chile le compró a José Santiago Portales y Larraín, "padre los Portales y Palazuelos y dueños de todo lo que hoy es el barrio Yungay", una hijuela de 16 cuadras. Posteriormente se adquirieron terrenos hasta completar 132 hectáreas. Al año siguiente el Ministro de Hacienda Manuel Rengifo anuncia que se ha hecho una calle de 30 varas de ancho aledaña a la hijuela y que debe comunicar en rectitud el Camino a Valparaíso, con la Cañada o Alameda de las Delicias. Habría de llevar el nombre de Matucana con el propósito de exaltar aquel combate anterior a la batalla de Yungay. En 1853 se construye Jardín Botánico y el Invernadero bajo la dirección de Rodolfo Philippi. También funcionó allí el a partir de 1882 el Jardín Zoológico de Santiago, siendo trasladado al Parque Metropolitano en 1925.
Así nacía la Quinta Normal y sus primeras plantaciones estuvieron a cargo del naturalista Claudio Gay. Pinos, Abetos, Encinas y otros árboles de alta estatura fueron plantados allí. La Escuela Práctica de Agricultura se ponía en marcha con 30 alumnos bajo la inspección de García Reyes.
Este recinto fue durante años la sede de innumerables exposiciones agrícolas.
Nadie imaginó en la transformación que tendría este mundo vigoroso, colorido y popular llamado Quinta Normal, cuyo apogeo se fija por el año 1930. Lugar imperdible para el paseo dominical de las familias chilenas, punto de encuentro irrenunciable para los enamorados, alma del pueblo santiaguino. La Quinta Normal es un ícono de la ciudad y del mundo popular, a veces venida a menos, pero imperecedera, acogedora, nuestra. En Septiembre, los sabrosos olores de los asados y las innumerables pichangas familiares llenan sus prados de una increíble algarabía, que revela una chilenidad vigente, viva, plena de foclor, artesanía, gastronomía , fiestas religiosas y fervor popular. Salud y vida a la bella Quinta Normal.