martes, 6 de agosto de 2013



LA PIOJERA

Se calcula que este simbólico enclave santiaguino, ya estaba en pie para la Guerra del Pacífico (1879). Los sedientos y polvorosos combatientes de la guerra que entraron por el camino de La Cañada, pasaron a este ranchito a saciar su sed. Se dice que por aquellos años se llamaba La Viña o La Parra. Ha tenido diferentes nombres y razones sociales a través de su historia, (recuerdo haber leído en una boleta “Club Social Hogar Democrático) pero siempre ha gozado de la predilección de bohemios y artistas que encontraron en este local, un genuino espíritu chileno y republicano. En otra época se permitía traer comida y hasta se facilitaban los utensilios como fuentes ,ollas y menaje de todo tipo para que cliente se sintiese a su gusto. Afuera había caseros que proveían de buenas tortillas de rescoldo y huevos duros a los parroquianos. También había muchachitos provistos de mallas de limones para la venta, ya que debido a la proximidad del Mercado, la mayoría de las provisiones con que llegaban los clientes eran mariscos. Se pasaban tardes enteras, bebiendo y gozando las delicias de mar. Era otro Santiago, más distendido, más relajado, más provinciano.
El afamado pintor chileno Arturo Pacheco Altamirano fue un asiduo cliente del local, al punto que había una mesa con una placa reservada “ad eternum” para él.
Ramón Vinay célebre y legendario referente de la lírica de Chile de todos los tiempos, encaramado en una pipa , deleitó al público con una memorable interpretación de un área la famosa “Aida”, no sin antes beberse unos buenos pipeños.
Cuenta la leyenda que su nombre se debe al Presidente Arturo Alessandri Palma, que cuando lo llevaron a visitar el lugar exclamó: “¡Y a esta Piojera me trajeron!”
La calle Ayllavilú de antaño donde se ubica este símbolo santiaguino sabe de sórdidas historias de pintarrajeadas prostitutas nocturnas a la caza de algún incauto pasado de copas, que llegará sin un peso a su casa, tras su escaramuza por estos barrios.
Hoy la cultura popular lucha por imponer su sabiduría ante la impudicia y se puede asistir a un agradable tramo donde coexisten locales de películas de culto, chaquetas rockeras de cuero, discos, cds piratas, libros y una que otra excentricidad.
La Piojera está convertida en el epicentro de la cultura popular contemporánea representa la vigencia de una chilenidad alternativa creadora y cautivadora que se opone a la transculturación foránea que carcome nuestras raíces. La Piojera está llamada a preservar lo nuestro : las pichangas exuberantes, las empanadas, el pernil con papas cocidas, los incomparables terremotos, y todas las exquisiteces populares que le ponen “Ingundia” al ser santiaguino y chileno.

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