El
Palacio Íñiguez, lugar donde ha funcionado por décadas la mítica Confitería
Torres, fue centro de reunión de políticos e intelectuales del pasado:
Allí se conmemoraron los primeros 100
años de la República de Chile, en el mes de Septiembre del año 1910. Estos
actos de celebración fueron encabezados por Emiliano Figueroa, tras la muerte
del presidente Pedro Montt quien fallece en Bremen (Alemania) en agosto de
1910. Le sucedía como Vice presidente Don Elías Fernández Albano, pero éste, fallece
a dos semanas de la celebración, producto de un resfrío tomado durante las
exequias del presidente. En ese escenario asume don Emiliano Figueroa la
segunda vice presidencia, por ser el ministro más antiguo en ejercicio, en este
caso en la cartera de Justicia. El brindis se hizo con vino Oporto ante los
invitados de Chile y el extranjero. También en este legendario rincón
santiaguino se inventó el famoso sandwich consistente en un
emparedado de carne y queso fundido llamado "Barros Luco" en honor al
presidente de Chile, quien era un asiduo visitante del local. Don Ramón era
vecino del sector y gustaba de pasar tardes enteras en el café degustando sete
sandich inventado por él. También nace en sus instalaciones
ese trago tradicional de Chile llamado "Cola de Mono", y se dice que
el secreto de la sabrosura de la bebida, era que la leche con aguardiente se
revolvía con un palo de guindo.
Otro
ilustre asiduo visitante era Don Arturo Alessandri Palma, quien con su
acostumbrada picardía pasaba después de las Paradas en el Parque Cousiño (hoy
Parque OHiggins) y ordenaba al personal: "Tráiganme un jarro de chicha,
que ando con los fierros calientes".
Don
Arturo también gustaba de pasar tardes enteras en el local junto a su perro
Hulk. Un gran danés, manso como un cordero. En una ocasión sus rivales
políticos asistieron acompañados de otro Gran danés y lo azuzaron en contra del
pasivo Hulk. La feroz pelea no se hizo esperar y la quebrazón de vasos, tazas,
sillas y otros enseres fue espantosa. Don Arturo le siguió juicio a los autores
del desaguisado, obligándoles a pagar los daños causados en el local.
La
calle Dieciocho lugar donde es encuentra el palacio Iñíguez (esquina de Alameda) había sido
"entablada" en su base de adoquines, para que la aristocracia que
vivía por los alrededores, no sufriera los ruidos de los cascos de los caballos
y los carruajes que pasaban por allí.
Santiago
es dueño de tantos lugares que nos hablan de su historia y su pasado romántico,
que es necesaria la conservación de lo que todavía queda en pié para el
disfrute y conocimiento que quienes lo habitamos hoy.
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