A PIE POR SANTIAGO
(CRÓNICAS DE LA CIUDAD)
Tras los pesados portones de la entrada se abre a la vista esta ciudad silente enclavada en la Comuna de Recoleta. Es el Cementerio General de Santiago, llamado por el vulgo "El Patio de los Callados". Fue inaugurado por Bernardo O'Higgins el 9 de diciembre de 1821. Cuenta de 86 hectáreas y donde se encuentran cerca de dos millones de personas sepultadas. Originalmente no podían ser sepultados allí los protestantes, llamados "disidentes"en esa época. Sólo en 1854 se crea el Patio de Disidentes Nº 1. Hasta que en 1871 se establece la sepultación sin distinción de credos. En la antiguedad los fallecidos con recursos económicos eran enterrados en las iglesias, junto a obispos y dignatarios. Los más pobres eran enterrados al lado de afuera en lugares llamados Campos Santos. Hubo uno en San Francisco por el lado de Alameda y otro al extremo sur de calle Santa Rosa. Son miles las historias que se tejen en este campo santo y sus inmediaciones, incluídos los "Quitapenas" que existen en todas las regiones de Chile.
Una de las más célebres anécdotas es la narrada por Pablo Neruda en su libro "Confieso que he vivído", respecto al poeta Alberto Valdivia conocido entre sus amigos y pares como "Cadáver Valdivia", por la extrema delgadez de su figura. Todas las noches anteriores al 1º de noviembre, se le agazagaba con una cena, dentro de las exiguas posibilidades económicas de estos poetas, siempre con hambre. A las doce de la noche en punto, partía una romería hasta el Cementerio General, donde el Cadáver Valdivia era dejado en la plena puerta de la necrópolis, provisto de algo de vino unos sandwichs y algunos pesos para que se movilizara posteriormente. Él aceptaba silente y gustoso esta tradición y a los dos o tres días aparecía como siempre en cenáculos y bares sin mencionar palabra y esperándo que la tradición se repita el proximo 1º de noviembre. Alberto Valdivia murió en 1938 esta vez cruzó el ancho umbral de la puerta donde reza en su arco: "Ancha es la puerta...pasajero avanza".
Tras los pesados portones de la entrada se abre a la vista esta ciudad silente enclavada en la Comuna de Recoleta. Es el Cementerio General de Santiago, llamado por el vulgo "El Patio de los Callados". Fue inaugurado por Bernardo O'Higgins el 9 de diciembre de 1821. Cuenta de 86 hectáreas y donde se encuentran cerca de dos millones de personas sepultadas. Originalmente no podían ser sepultados allí los protestantes, llamados "disidentes"en esa época. Sólo en 1854 se crea el Patio de Disidentes Nº 1. Hasta que en 1871 se establece la sepultación sin distinción de credos. En la antiguedad los fallecidos con recursos económicos eran enterrados en las iglesias, junto a obispos y dignatarios. Los más pobres eran enterrados al lado de afuera en lugares llamados Campos Santos. Hubo uno en San Francisco por el lado de Alameda y otro al extremo sur de calle Santa Rosa. Son miles las historias que se tejen en este campo santo y sus inmediaciones, incluídos los "Quitapenas" que existen en todas las regiones de Chile.
Una de las más célebres anécdotas es la narrada por Pablo Neruda en su libro "Confieso que he vivído", respecto al poeta Alberto Valdivia conocido entre sus amigos y pares como "Cadáver Valdivia", por la extrema delgadez de su figura. Todas las noches anteriores al 1º de noviembre, se le agazagaba con una cena, dentro de las exiguas posibilidades económicas de estos poetas, siempre con hambre. A las doce de la noche en punto, partía una romería hasta el Cementerio General, donde el Cadáver Valdivia era dejado en la plena puerta de la necrópolis, provisto de algo de vino unos sandwichs y algunos pesos para que se movilizara posteriormente. Él aceptaba silente y gustoso esta tradición y a los dos o tres días aparecía como siempre en cenáculos y bares sin mencionar palabra y esperándo que la tradición se repita el proximo 1º de noviembre. Alberto Valdivia murió en 1938 esta vez cruzó el ancho umbral de la puerta donde reza en su arco: "Ancha es la puerta...pasajero avanza".
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