viernes, 14 de junio de 2013

LA QUINTA NORMAL

A PIE POR SANTIAGO (CRÓNICAS DE LA CIUDAD)

En 1838, durante el gobierno del apático y lúgubre José Joaquín Prieto se fundó la Sociedad Nacional de Agricultura. Con el fin de brindarle facilidades para su funcionamiento, el presidente en su mensaje de 1841, habla de cederle un pequeño fundo en las cercanías de la ciudad para el estudio de una ciencia que está en directa relación con la riqueza nacional. En ese año el Estado de Chile le compró a José Santiago Portales y Larraín, "padre los Portales y Palazuelos y dueños de todo lo que hoy es el barrio Yungay", una hijuela de 16 cuadras. Posteriormente se adquirieron terrenos hasta completar 132 hectáreas. Al año siguiente el Ministro de Hacienda Manuel Rengifo anuncia que se ha hecho una calle de 30 varas de ancho aledaña a la hijuela y que debe comunicar en rectitud el Camino a Valparaíso, con la Cañada o Alameda de las Delicias. Habría de llevar el nombre de Matucana con el propósito de exaltar aquel combate anterior a la batalla de Yungay. En 1853 se construye Jardín Botánico y el Invernadero bajo la dirección de Rodolfo Philippi. También funcionó allí el a partir de 1882 el Jardín Zoológico de Santiago, siendo trasladado al Parque Metropolitano en 1925.
Así nacía la Quinta Normal y sus primeras plantaciones estuvieron a cargo del naturalista Claudio Gay. Pinos, Abetos, Encinas y otros árboles de alta estatura fueron plantados allí. La Escuela Práctica de Agricultura se ponía en marcha con 30 alumnos bajo la inspección de García Reyes.
Este recinto fue durante años la sede de innumerables exposiciones agrícolas.
Nadie imaginó en la transformación que tendría este mundo vigoroso, colorido y popular llamado Quinta Normal, cuyo apogeo se fija por el año 1930. Lugar imperdible para el paseo dominical de las familias chilenas, punto de encuentro irrenunciable para los enamorados, alma del pueblo santiaguino. La Quinta Normal es un ícono de la ciudad y del mundo popular, a veces venida a menos, pero imperecedera, acogedora, nuestra. En Septiembre, los sabrosos olores de los asados y las innumerables pichangas familiares llenan sus prados de una increíble algarabía, que revela una chilenidad vigente, viva, plena de foclor, artesanía, gastronomía , fiestas religiosas y fervor popular. Salud y vida a la bella Quinta Normal.

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