miércoles, 25 de junio de 2014

LA IGLESIA DE GUAYACAN


La iglesia de Guayacán, es un templo católico que durante en siglo XIX giró en torno a las labores de fundición de cobre de José Tomás Urmeneta. Guayacán es un puerto creado exclusivamente para los embarques de cobre del mineral cuprífero de Tamaya de propiedad del susodicho José Tomás, a quien apodaban "El loco del burro" debido a que pasó 15 años a lomo de este noble animal buscando el cobre, que a la larga descubriera y que lo convirtió en uno de los hombres más ricos de Latinoamérica. Allí funcionó en su tiempo, la refinería de cobre más grande del mundo. Don José Tomás Urmeneta nunca se apartó de su espíritu solidario, y financió grandes obras de carácter filantrópico y de bien público como la ornamentación del Cerro de Santa Lucia, y la construcción de la iglesia de Guayacán, un par de escuelas, un lazareto en Limache, y la mantención del Hospital San Vicente de Paul, hoy José Joaquín Aguirre. También fundó la Casa de Orates junto a Fermín Vivaceta.
Esta preciosa iglesia totalmente metálica diseñada por Gustavo Eiffel fue abandonada con el paso del tiempo hasta que el padre Juan van Hecke se instala en ella en 1966 reanudando los oficios religiosos e instala un reloj carrillón creado por él mismo y que fue una característica de los días posteriores de la costa cercana a Guayacán. El padre Juan estuvo muy cercano a mi familia y que ayudó a mi tío Daniel a integrarse a la congregación seminarista de la Sagrada Familia. A veces nos visitaba en nuestra casa de calle Carrera montado en su cómica bicimoto. De nacionalidad holandesa, tenia un divertido acento que cambiaba las palabras castellanas. "Rodríguez come cebolla" exclamó una vez que sorprendió a mi hermano menor Rodrigo, con sus pequeños dientes incrustados en una cebolla recién pelada tal como en el estremecedor poema de Miguel Hernández ("Nanas de la cebolla") y que mi madre disponía para la cazuela de ese día. 
Capítulo aparte es la leyenda, mezcla de mito y realidad del Tesoro de Guayacán que ha sido testigo de innumerables intentos de búsqueda Se dice que algunos se arruinaron en el intento, en tanto que otros enloquecieron.

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