LA PLAZA DE ARMAS I
Desde el comienzo de la vida social santiaguina, la Plaza de Armas fue
el espacio polvoriento cruzado por una pestilente acequia, donde
convergían animadamente el vecindario después de la misa o cuando
ocurría algún acontecimiento importante, como el paseo del Estandarte
Real, el cumpleaños de alguna autoridad, o el ajusticiamiento de algún
aborígen. Durante los primeros diez años de la colonia la vida humana se
concentró en Santiago. El puñado de españoles llegados a Santiago
vivían rodeado de una masa de indios hostiles que sumaban más de un
millón.
Por aquella época el aspecto de la Plaza de Armas era de un
cuadrado desierto de campo eriazo, En el sector norte había edificios
de adobe y paja, con el Cabildo, la fundición real, la tesorería y la
cárcel. Frente a estas vetustas construcciones se hallaba el rollo , es
decir una columna de piedra que simbolizaba la jurisdicción donde se
cumplían las penas de azotes y se fijaban las cabezas de los
ajusticiados. El costado poniente lo ocupaba la iglesia que no era otra
cosa que un tosco caserón con techo de paja levantado en el curso de
doce años de grandes sacrificios. Los campos santos (cementerios de los
pobres) la rodeaban con sus sencillas cruces de madera. El aspecto de la
Catedral de hoy corresponde al quinto edificio construido en el mismo
lugar. En general la plaza era muy fea, incluso frente a la cárcel se
cocinaba en enormes marmitas la ración alimenticia de los condenados y
las cenizas permanecían allí por largo tiempo, lo que afeaba aun más la
árida plaza. Las casas eran de un solo piso, salvo contadas excepciones.
El piso de la plaza estaba sembrada de hoyos producto de la fabricación
de los adobes para los murallones de la iglesia.
En 1789 por
acueductos subterráneos llegó el agua hasta la pila de bronce. El año
anterior la plaza estaba sin empedrar y llegaban hasta allí las carretas
y bestias de carga que traían las verduras, las frutas y los demás
artículos que abastecían el consumo de la ciudad. Los carreteros
encendía enormes fogatas para desentumecerse y cocinar sus alimentos. El
la calle del Rey (hoy calle Estado) y del Portal de Sierra Bella (hoy
Portal Bulnes en la zona oriente de la plaza) se instalaban en precarias
tiendas y carpas los vendedores de botas y ojotas.
La vieja pila
fue trasladada a La Moneda con posterioridad, y en su reemplazo se
instaló la “Pila de Rosales” obra hecha en mármol de Carrara y el agua
salía por en hocico de unos caimanes.
Cuenta la leyenda que en 1876
un pobre campesino creyente en Dios y las ánimas, paseaba por la Plaza
de Armas de Santiago, cuando un comerciante de la época le ofreció una
estampa impresa de la Virgen de Carmen. Después de mucho insistir el
campesino se convenció y se dispuso a la compra. Grande fue su sorpresa
que al momento de tomarla, la estampa voló por los aires a pesar de no
correr ni una sola brisa y de intentar alcanzarla de varios modos. La
estampa siguió volando, hasta detenerse en los terrenos donde más tarde
se levantó primero una capilla y luego el templo de tres naves que es la
Iglesia de La Estampa del barrio independencia.
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