EL VIEJO TOCO
De baja estatura con facha de ser practicante de arterofilia Sergio Segovia “El Toco” era un viejo cantor de barba blanca y larga melena. Parecía un guerrillero arrancado de la gesta cubana, perdido en la ciudad. Cantaba a pausas y con lentitud. Pero su canto era profundo y auténtico como su voz. Era autor de sus composiciones y recorrió muchísimas peñas solidarias en la periferia santiaguina siempre apoyando a su gente. Al principio no fuimos amigos. Sin embargo merced a la intervención del "Chico Camacho", su entrañable amigo por esos días, comenzó a llegar a nuestra Oficina- Taller de diseño hasta convertirnos en amigos, y juntos llevamos adelante algunas iniciativas tendientes a hacer del canto una actividad algo más organizada insertos en un Taller de creación musical que llevaba el ostentoso nombre de “Taller Semilla”. Mitómano incorregible nos contaba una serie de historias que rayaban en una delirante fantasía. Lo hacia con seriedad aunque ninguno de nosotros le creyó jamás ni un ápice de sus embustes. Eran relatos insólitos, pero muy divertidos.
El terremoto de 1985 nos encontró en febril actividad musical y solidaria. Así reunimos ropa y enseres de primera necesidad y fuimos a Renca, que era un lugar donde actuábamos habitualmente para apoyar a la gente y estar con ellos en los momentos duros que se vivían. Recuerdo que en la Población Lourdes, y en medio de una casa derrumbada hicimos una ronda gigantesca con niños del sector, donde El Toco los deleitó con su “Manseque”. Julio Serey nos trasladó en su auto y compartió su canto y su incomparable voz con la gente. Fue una inolvidable jornada que quedó para siempre en nuestro corazones.
El Toco fue artista estable por varios meses en la Peña Kamarundi allá por Arturo Prat abajo, en los dominios de Manuel Escobar “Tilusa”. Otro gran artista desaparecido prematuramente.
Después vinieron aquellos días de ausencia, de alejamiento donde cada uno siguió su destino por diferentes caminos. Hoy al hacer un alto en la jornada evoco al viejo cantor que se ganó un respeto en mi recuerdo y en mi corazón.
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