martes, 10 de mayo de 2016

A PIE POR SANTIAGO, CRÓNICAS DE LA CIUDAD

UN CANTOR INOLVIDABLE
Un tímido niño pulsa las cuerdas de su guitarra sentado en el dintel de la puerta de su casa provinciana. La monotonía del ejercicio cae junto con la tarde combarbalina. El cromático ocaso se cierne sobre la desvanecida provincia pedrera.
En la mesa del rincón de la Peña Antilén, Fernando Aguirre afina levemente y al oido su guitarra. Está a punto de subir al escenario para entregarnos la potencia rebelde de su voz, su canto de amor y denuncia que crece y se agiganta en la privilegiada garganta del cantor. Canta con el dolor y la rabia de esos días oscuros. El aire se llena de plegarias al viento en la reminiscencia de sus coplas ausentes.
Su estentórea voz hace vibrar los corazones presentes mientras sus dedos se deslizan veloces y precisos por las cuerdas que se entregan dóciles a su talento innegable.
Cuando termina su catarsis baja extenuado del escenario, pero lleno de satisfacción en su rojo corazón combativo.
Canta en La Casona de San Isidro por Alameda arriba, en la Kamarundi por Arturo Prat abajo. Pasó por El Fortín o anduvo en San Antonio arrojando al mar las cenizas de Tilusa. Va con su canto por el Chile austral, y lleva brisas de su patria a los que viven fuera del terruño. Sabe de actos solidarios en la brumosa noche de vinos navegados y empanadas fritas de la pobre periferia santiaguina. En sus días grises alguna vez lo sorprendió la madrugada esperando en la soledad del cerro Santa Lucía que despunte el alba abrazado a las sinuosas caderas de su guitarra. En el ocaso de su vida caminó como un rey desterrado por otros derroteros y se fue desvaneciendo hasta volverse memoria. Nunca muerte, porque su creación sigue viva y coleando. Si cierras los ojos y agudizas el oido verás que es verdad. Fernando Aguirre viene cantando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario