¿Dónde está
Chile? Donde sino en este costillar que crepita hora y media a las brasas. Que
se marida con la frescura de la ensalada
a la chilena con la frescura de la cebolla crujiente cortada a la pluma
y que se abraza al tomate limachino en una amalgama maravillosa . Con las papas
con mayonesa. Con la ensalada de repollo cortado con fineza y las aceitunas
negras como ojazos carnosos y generosos. Con el pebre que corona con su universo
de sabores telúricos , verde, rojo, picante que da injundia al chorizo que
espera en la marraqueta humeante su descarga de sabores ancestrales. De Chile
mismo. Está en esta costilla de cabrito asado al horno, que se come de pie y con
la mano por Domeyko o por Vallenar adentro. Está en esta monumental empanada
frita de mechada con queso derretido en masa de sopaipilla. En el largo beber
de la chicha fresca con naranja de septiembre que anima el alma. En el tañir de
los panderos chinganeros que despiertan la cueca y la sacan a la cancha y Chile
vuelve a zapatear con ganas su rebeldía ancestral. Su propia libertad. Donde está
Chile sino en el ingenio de sus hijos que hacen una fiesta de la desgracia.
Está en el arpegio nocturno y solitario del cantor al que le sale pura patria
por la garganta y pájaros rebeldes por el pecho. Juramentado eterno con la
justicia y la alegría del que deja testimonio. Del que hace camino. Está en tus
ojos profundos, en tu risa, en toda la vida que haz andado conmigo.
Cuando la
palta chorrea a la primera mascada del lomito ahí esta Chile llamándote desde
su útero ancestral, antropología pura y popular que te identifica y marca tu
corazón a fuego eterno. Chile abre su sustancia en el caldo de la cazuela que
repone los sentidos. Piedra angular de la cocinería chilena. Pura memoria de tu
historia familiar. En el adobo revuelto con la mano y el azote con ramas de
apio que repiquetea en el costillar pintado de ají. Está en esta vinis
vinifera. En este vino sagrado que eleva el espíritu y embriaga los sentidos.
En este elixir de los dioses. La primera sangre de nuestro suelo. Está en tus guisos,
arrollados, curantos y empanadas identirarias de cada zona de la larga y
angosta geografía de esta tierra. En los caldillos, tu mote con huesillo, tus
porotos granados, tus pasteles de choclo, tus pescados fritos. En tus chupes y
tus postres. En los asados que animan la tarde en el calor del hogar…Chile te
reencuentro a cada rato y hago un brindis por ti patria bella.