domingo, 13 de octubre de 2019

CHILE

¿Dónde está Chile? Donde sino en este costillar que crepita hora y media a las brasas. Que se marida con la frescura de la ensalada  a la chilena con la frescura de la cebolla crujiente cortada a la pluma y que se abraza al tomate limachino en una amalgama maravillosa . Con las papas con mayonesa. Con la ensalada de repollo cortado con fineza y las aceitunas negras como ojazos carnosos y generosos. Con el pebre que corona con su universo de sabores telúricos , verde, rojo, picante que da injundia al chorizo que espera en la marraqueta humeante su descarga de sabores ancestrales. De Chile mismo. Está en esta costilla de cabrito asado al horno, que se come de pie y con la mano por Domeyko o por Vallenar adentro. Está en esta monumental empanada frita de mechada con queso derretido en masa de sopaipilla. En el largo beber de la chicha fresca con naranja de septiembre que anima el alma. En el tañir de los panderos chinganeros que despiertan la cueca y la sacan a la cancha y Chile vuelve a zapatear con ganas su rebeldía ancestral. Su propia libertad. Donde está Chile sino en el ingenio de sus hijos que hacen una fiesta de la desgracia. Está en el arpegio nocturno y solitario del cantor al que le sale pura patria por la garganta y pájaros rebeldes por el pecho. Juramentado eterno con la justicia y la alegría del que deja testimonio. Del que hace camino. Está en tus ojos profundos, en tu risa, en toda la vida que haz andado conmigo.

Cuando la palta chorrea a la primera mascada del lomito ahí esta Chile llamándote desde su útero ancestral, antropología pura y popular que te identifica y marca tu corazón a fuego eterno. Chile abre su sustancia en el caldo de la cazuela que repone los sentidos. Piedra angular de la cocinería chilena. Pura memoria de tu historia familiar. En el adobo revuelto con la mano y el azote con ramas de apio que repiquetea en el costillar pintado de ají. Está en esta vinis vinifera. En este vino sagrado que eleva el espíritu y embriaga los sentidos. En este elixir de los dioses. La primera sangre de nuestro suelo. Está en tus guisos, arrollados, curantos y empanadas identirarias de cada zona de la larga y angosta geografía de esta tierra. En los caldillos, tu mote con huesillo, tus porotos granados, tus pasteles de choclo, tus pescados fritos. En tus chupes y tus postres. En los asados que animan la tarde en el calor del hogar…Chile te reencuentro a cada rato y hago un brindis por ti patria bella.

miércoles, 13 de febrero de 2019

SANTIAGO 478 AÑOS


Desde tus sagrados centros ceremoniales de sólidas raíces indígenas, hasta la llegada del yelmo y la espada invasora. Desde tus calles trazadas a lienza por el Alarife tuerto. Desde tu plaza polvorienta y abierta con sus Cabildos y tu Iglesia primigenia de techo de paja y rodeada de cementerios de pobres. Cruzada por sus acequias difusas en la memoria. Desde tu Rollo castigador en cumplimiento de azotes a negros y aborigenes. Con tus cabezas de ajusticiados y tus horcas perdidas en las páginas de tu historia. Con tus terremotos bíblicos y milagros eternos, los paseos del estandarte o el esplendor angélico de tus procesiones de Mayo. Con tus dantescos incendios inmemoriales. Con tu comercio inicial y con tu vieja pila de bronce presidiendo el espacio y los abrevaderos de tu Nueva Extremadura. Con tus portales y sus vendedores de calzado y ojotas. Ausente de jardines y niños jugando. Con tus serenos quebrando con su pregón el silencio del peso de la noche anunciando una nueva hora por tus callejas empedradas. Plaza de Armas del Santiago fundacional cuando la comida para los presos se hacía frente al pórtico de su lúgubre morada justiciera y los restos humeantes de las cenizas permanecían incandescentes a perpetuidad. Después pasaron corriendo los niños sepias detrás de un aro metálico que zigzagueaba con maestría por entremedio de la feligresía que iba a la misa de doce. Otros deslumbraban a los transeúntes jugando al Diávolo. Había ya vendedores de mote con huesillos y picarones. Los jardines amanecian tímidamente y se iban apoderando de la plaza. Santiago bisoño, chiporrito. Después tus galerías imitaciones parisinas se llenaron de pijes siúticos y perfumosos que se paseaban de lado a lado mirándose el peinado en los espejos franceses al centro de la galería. En los difusos años del mil ochocientos ochenta y tantos la Casa Prá, ya tenía luz eléctrica y el en hall de la tienda había una gallina de lata gigante, a la que había que introducirle un centavo y ponía un huevo de lata lleno de pastillas de chocolate.Nadie se dio cuenta como creció esta ciudad. Con sus grandezas y sus miserias, con niños de levita y zapatos de cuero negro y otros descalzos y desarrapados implorando una limosnita por el amor de Dios. Así fuiste creciendo con ruidosos automóviles y con tu miseria mapochina en La Chimba. Con el grito de mediodía de las caldúas y pequenes de los vendedores de poncho deshilachado y ojotas en Chuchunco abajo. Empezando apenas a conocer el alcantarillado y el pavimento. Hoy que los cristales de tus edificios casi tocan el cielo, hojeo las páginas de tu pasado señorial con la misma sempiterna desigualdad. A tus 478 años, sigues siendo ese adolescente bullangero y jaranero que no se ha dado cuenta que creció al amparo y generosidad de la grandeza de tus hijos. Felices 478 años mi amada ciudad…