domingo, 8 de julio de 2018

A PIE POR SANTIAGO (CRÓNICAS DE LA CIUDAD)


LETRAS

Y de pronto me encontré frente a esta maraña de letras. A esta dulce y espesa cortina de bar antiguo a descorrer. Hacia un escenario desconocido y urgente de ofrendar mi párrafo generoso como granos de trigos silvestres para la harina de tu ancho y cálido pan fraterno. A saborear con fruicción como frutas frescas cada una de las vocales aprendidas en escuelas difusas y lejanas de la memoria preparatoria. A poner la boca dispuesta como si fuera una comunión para hilvanar las sílabas fundacionales de la infancia. A construir en un andamio de palabras la canción que llega al balcón de tu cielo proletario donde te espera la estrella de la victoria. Declaro que a la escalera humilde de la frase le debo mi palabra. Y al martillo la fuerza precisa de mi corazón militante. Al irrestricto compromiso con la utopía voluntaria y eterna de construir otra patria posible.
Y si de derrota en derrota mis letras han quedado caídas y pisadas en el amargo suelo de la impotencia, aprendimos a recorgerlas una a una para la batalla que viene. Y aunque las sentimos crepitar como hojas secas bajo la pesadumbre de nuestros pasos renovamos con un beso el juramento de nuestra revolución eterna. 
“… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.” (Pablo Neruda, “Confieso que he vivido”, 1974).