ECOS DE ABRIL
Abril de tibias y deshojadas brisas. De prematuros atardeceres que se instalan en la tarde que agoniza. Abril de húmedo rocío de madrugada de regreso dipsómano y tambaleante de la Peña Antilén. De frecuente dromomanía hacia Chile, Rie y Canta, y luego hasta donde el Nano Parra, en San Isidro y Alonso Ovalle para tomar la copa del estribo en medio de la interpretación borracha de canciones de Sandro en la voz lacrimosa de Manolo Foster…o el Pollo Guzmán. Abril de Mil Cuecas zapateadas en el corazón de San Bernardo. Abril de luces y sombras. De amigos callejeando por “Decreto Supremo” con la guitarra llena de trinos de pájaros rebeldes. Abril afinando en La 4:40 los Tiempos de Crecer en la Casa del Cantor con entusiastas y emergentes amantes de la música. Abril oscuro en la lectura del listado policial de los que se iban y de los que se quedaban en la cárcel transitoria. Abril de profundo dolor en la partida de entrañables amigos. De lágrimas derramadas mientras sosteníamos en vilo el féretro con el cuerpo lívido de nuestro hermano Wilfredo que partía… hace 14 años ya. Abril estupefacto ante el horror todavía latente del atroz crimen cometido. No degollarán nuestra esperanza. Abril corriendo a tomar la última micro antes del toque de queda. Abril paseando contigo en la tarde dominical del Parque Forestal. Abril de lluvias ausentes. Abril de guitarras de acordes idos. Abril de renovados e ingenuos brios en la democracia que amanece. Abril de sueños venideros. De súbitos cabellos plateados reflejados en el espejo. De memorias cotidianas. De hojas que crepitan con mis pasos en la desnudez otoñal de los árboles de mi cuadra. De marchas multitudinarias con mi rostro presente y mi corazón militante. Abril…vuelvo a desandar el camino en los recovecos del implacable pasado…