jueves, 29 de enero de 2015

LA TIA CARLINA


Todos los días a la hora de la misa de la tarde, en las imponentes puertas de la Iglesia de Santo Domingo se ubicaba una joven con una canasta a vender pan amasado. Lo hacía a diario para poder ayudar a su madrastra que se había hecho cargo de ella cuando junto con su madre fueron abandonadas por su padre, un paco de mala vida que había sido exonerado del Cuerpo de Carabineros de Chile que las abandonó sin ninguna contemplación. Una amiga de su madre, la señora María, las había acogido en su casa por conmiseración hacia la orfandad en que habían quedado. Al poco tiempo falleció su madre y quedó definitivamente sola en este mundo. Desde entonces cumplía con su compromiso de ayudar a su madrastra con la venta del pan. Tenía unos 15 años y mientras acomodaba la mercadería recordaba su infancia colchagüina, corriendo entre las chacras a pie descalzo. Luego vino la insoportable vida en el conventillo de Santiago donde pasaron muy malos momentos.
Había crecido y su fisonomía había cambiado.
Un día un viejo que paseaba por el frontis de la iglesia se detuvo a mirarla y su vista se clavó en sus senos con descaro. Carlina sintió la insistente mirada del lascivo transeúnte y como es lógico y natural su primera reacción fue la de asco y desprecio por el infame.
De pronto el sujeto le hizo una propuesta indecente: le dijo que le compraría todos los panes que tenía en el canasto si lo dejaba tocarle los senos. Ese sería su pasaporte (según sus propias palabras) para salir adelante en la vida. De ahí en lo futuro esa parte de su fisonomía se convertiría en el deleite de cuanto pasajero se detuviese a sus plantas. Ella provocaba intencionalmente a su público rebajando cada vez más breve su escote sensual.
La venta de pan quedó atrás y Carlina se asiló en una de las “Casas de Tolerancia” de Santiago regentada por “La Mamy” ubicada en Moneda 22.
Cuando muere la Mamy Carlina toma las riendas del lenocinio y comienza a construir su imperio.
Sus comienzos la señalan en la calle Maipú, cerca de Alameda según testimonian los cuequeros de la época que eran número artístico habituales de la casa.
Pero sin lugar a dudas su apogeo lo logró en su casa de calle Vivaceta Nº 1226 donde llegó a hacerse de un capital regentando un lenocinio llamado La Palmera.
La maledicencia popular dice que senadores de la república, jueces, altos funcionarios públicos y gente de la alta sociedad eran asiduos visitantes de su casa, y gracias a sus avisos anticipados, nunca tuvo problemas ante las repentinas visitas de las comisiones de salubridad y de alcoholes que se efectuaban con regularidad por parte de las autoridades.
Una de las máximas atracciones que ofrecía La Tía Carlina era un grupo coreográfico de travestis llamado “El Blue Ballet”.
Su primera figura era Candy Dubois, nombre que adoptara después de sus veinte años en Europa donde actuaba bajo el nombre artístico de Candy Santiago. Su verdadero nombre fue Candelaria Patricia Manso Seguel. Nació el 24 de Agosto de 1942. Cuando niño imitaba a Sarita Montiel y cantaba para los pescadores de la Caleta El Membrillo, en Valparaíso. De joven se integró al inédito cuerpo de baile que formara Paco Mairena, su eterno tutor y padre adoptivo. Partió al extranjero (Francia) con un grupo de amigos bailarines y trabajó en Boites y Casinos. Regresó culta, refinada y casada, hablando fluidamente cinco idiomas. (inglés, francés alemán, italiano, y español) . Reina del transformismo chileno, cubrió con un halo de absoluto misterio su especulada operación de cambio de sexo. Años después el under santiaguino rescataba el valor que tuvo para enfrentar esta situación tan difícil, como lo es ser homosexual en Chile. Incluso grupos Rock como Los Tres, en su video clips de su trabajo "La espada y la pared" y La Ley se acercan a su estética y hasta filman los video clips de sus éxitos en "Le Trianón" restaurante de corte francés de los años cincuenta, con cortinas de terciopelo, muy propio del esplendor de esa época, que se ubica por las inmediaciones del barrio Brasil.
Candy llegó a ser la vedette más cotizada del under santiaguino. Murió el 21 de mayo de 1996 y de sus labios nunca salió el secreto a voces de su origen varonil. Se casó ante Dios y la Ley en Francia y a mediado de los ochenta regresó a Chile, hasta que el cáncer se metió en su cama y en un feroz estertor se la llevó al más allá.

Si bien la prostitución, la llamada profesión más antigua del mundo ha tenido en Santiago diversos escenarios La Tia Carlina brilla con luces propias en la imagineria popular de Chile.