Hurgando entre libros viejos
tristemente abandonados en herméticas cajas de cartón cerradas y selladas como
fuesen a ir a parar a otro recóndito rincón de la casa, me encuentro un pequeño
libro de lectura de mi infancia. “Mi Amigo” de Roberto Vilches Acuña. Lo hojeo
con cariño, casi con ternura mientras mi mente viaja hasta la Escuela Primaria
Nº 5 de Coquimbo, donde conocí mis primeras letras. A sus amplios patios donde
jugabámos las más increíbles pichangas, o las vertiginosas persecuciones
jugando al Paco - ladrón. Las carreras desesperadas para evitar ser “pintado” y
quedar congelado esperando el rescate de un compañero que aparece de la nada. Evoco
mi banco de madera que tiene un orificio para poner un tintero, a pesar que a
esa altura del siglo ya no se usaban estos contenedores de tinta. Recuerdo la
polvorienta pizarra opaca de tanta almohadilla pasada sin sacudir. Como si
estuviese viviendo esos días veo entrar a la sala de clases a un auxiliar que
trae una inmensa tetera llena de leche y va banco por banco llenando los
jarritos de aluminio dispuestos por cada niño en su lugar. Luego saca de una
caja los duros galletones que la escuela
entrega como desayuno para todos. Recorro
las páginas del libro despacio, con la lentitud que se requiere para que los
recuerdos no se atropellen en mi cabeza. Casi con asombro voy revisitando sus
contendidos de quinta preparatoria cuando a la sazón tenía 10 años. Me
encuentro con poesías de Amado Nervo, de Rabindranath Tagore, Lucía Condal,
Juana de Ibarbourou, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Carlos
Pezoa Véliz todas las poesías ilustradas
con las bellas imágenes de Hernán Zamora Leverton. Cada página viene con sus
ejercicios de comprensión de lectura poniendo énfasis en el correcto uso de la
ortografía, ejemplificando cada uno de los pasos que requiere la buena y
correcta lectura. Hay adivinanzas, relatos, historias…Pienso con tristeza ¿en
que parte del camino mi país perdió el norte en la educación? ¿acaso estos no
eran buenos contenidos? ¿no apuntaban a hacer una mejor persona? ¿Por qué no se
fortalecieron estas instancia que dieron buenos resultados? Hoy parece que la
formación de educandos está relegada al pragmatismo, a la inmediatez, al
facilismo digital y cibernético de la rápida respuesta. ¿Sabrán los niños de
hoy quienes son los personajes antes nombrados? Estamos en una época de oscuro
embrutecimiento domiciliario estimulado por Plays Stations , video clips y
redes sociales que a veces no dejan ver el bosque.